PREGÓN DEL FESTIVAL FLAMENCO VA Lecciones de la vía
no se asimilan en los libros
sólo el tiempo te lo da
a lo largo del camino.
Se quiebra sobre el tiempo
y esta soleá que canto
que brota del sentimiento.
Estimados amigos del flamenco. Con esta letra de soleá de El Portugués, llena de la sabiduría popular que transmite el flamenco, quiero comenzar el pregón:
La peña de Sucina culmina su programación anual con esta semana dedicada a los jóvenes valores del flamenco titulada “De Flamenco Va”.
La corta historia de la Peña Flamenca de Sucina se podría resumir en una simple oración: “Historia de una pasión”. Sí, en efecto, pasión por el flamenco, por sus sones quejumbrosos, por sus tonos centenarios, por sus artistas doloridos, quejándose amargamente de un dolor heredado que llevan en la sangre, en las entrañas, en el YO más íntimo, y que sale de ellas disparado como una flecha hacia el corazón del oyente. Pasión por Sucina y sus gentes, pasión por dar a conocer este hermoso legado del que la Región de Murcia también es partícipe con los Cantes de las Minas.
Muy fácil hubiera sido crear esta peña en Murcia capital o en Cartagena, llenas ambas de aficionados y locales públicos, y donde es posible difundirse, ser muy conocidos y llegar a un público numeroso aunque desconocido. la Junta Directiva de la peña quería empezar por la base, por los cimientos, como se construye una buena y sólida casa. Ha contado con personas que aportan ilusión y afición, cada uno con su granito de arena, haciendo galas públicas para que todo el mundo, sucineros o no, puedan disfrutar de este arte que mueve nuestras emociones. Están consiguiendo que toda la colectividad de la comarca: niños, adultos, aficionados, novatos en el flamenco, obreros, empresarios, españoles, extranjeros, payos, gitanos…, todos los que constituimos esta sociedad, participemos de un proyecto común.
El reto es la juventud. Si se dice que los niños son nuestro futuro, es a ellos a quienes hemos de dirigir este proyecto flamenco; son los aficionados del mañana y la fuerza para llevar adelante los acontecimientos que nos unen; por eso, es hermoso que la Peña Flamenca de Sucina se haya acercado en más de una ocasión a la escuela, para que los chicos puedan disfrutar de esta arte tan nuestro y, a la vez, tan universal.
Y en esa tesitura nos encontramos, en una semana protagonizada por los jóvenes flamencos, esos que intentan abrirse camino en una música tan mal querida por las casas discográficas y que deben pelear por sobrevivir en un mundo marcado por las músicas caducas, de canciones para el verano, de radio-fórmulas, de operaciones- triunfo, factores equis y demás productos artificiales de vida limitada. A estos hombres y mujeres, que nos deleitarán esta semana, hay que valorarlos como lo que son: jóvenes intérpretes. Así que les invito a relajarse en su silla y a dejarse llevar por sus sentidos, a olvidarse de los problemas, porque, como me dijo una gitana anciana en el mirador de San Nicolás, situada en pleno Albaycín granadino: “El flamenco quita todas las penas. Si estás triste, grita de pena y canta una seguiriya, si estás alegre pégate una pataíta por bulerías”. Cuánta razón tenía la gitana, pues el flamenco no es solo dolor pero siempre es emoción. Esto bien lo expresa esta copla de Liviana.
La peña de Sucina culmina su programación anual con esta semana dedicada a los jóvenes valores del flamenco titulada “De Flamenco Va”.
La corta historia de la Peña Flamenca de Sucina se podría resumir en una simple oración: “Historia de una pasión”. Sí, en efecto, pasión por el flamenco, por sus sones quejumbrosos, por sus tonos centenarios, por sus artistas doloridos, quejándose amargamente de un dolor heredado que llevan en la sangre, en las entrañas, en el YO más íntimo, y que sale de ellas disparado como una flecha hacia el corazón del oyente. Pasión por Sucina y sus gentes, pasión por dar a conocer este hermoso legado del que la Región de Murcia también es partícipe con los Cantes de las Minas.
Muy fácil hubiera sido crear esta peña en Murcia capital o en Cartagena, llenas ambas de aficionados y locales públicos, y donde es posible difundirse, ser muy conocidos y llegar a un público numeroso aunque desconocido. la Junta Directiva de la peña quería empezar por la base, por los cimientos, como se construye una buena y sólida casa. Ha contado con personas que aportan ilusión y afición, cada uno con su granito de arena, haciendo galas públicas para que todo el mundo, sucineros o no, puedan disfrutar de este arte que mueve nuestras emociones. Están consiguiendo que toda la colectividad de la comarca: niños, adultos, aficionados, novatos en el flamenco, obreros, empresarios, españoles, extranjeros, payos, gitanos…, todos los que constituimos esta sociedad, participemos de un proyecto común.
El reto es la juventud. Si se dice que los niños son nuestro futuro, es a ellos a quienes hemos de dirigir este proyecto flamenco; son los aficionados del mañana y la fuerza para llevar adelante los acontecimientos que nos unen; por eso, es hermoso que la Peña Flamenca de Sucina se haya acercado en más de una ocasión a la escuela, para que los chicos puedan disfrutar de esta arte tan nuestro y, a la vez, tan universal.
Y en esa tesitura nos encontramos, en una semana protagonizada por los jóvenes flamencos, esos que intentan abrirse camino en una música tan mal querida por las casas discográficas y que deben pelear por sobrevivir en un mundo marcado por las músicas caducas, de canciones para el verano, de radio-fórmulas, de operaciones- triunfo, factores equis y demás productos artificiales de vida limitada. A estos hombres y mujeres, que nos deleitarán esta semana, hay que valorarlos como lo que son: jóvenes intérpretes. Así que les invito a relajarse en su silla y a dejarse llevar por sus sentidos, a olvidarse de los problemas, porque, como me dijo una gitana anciana en el mirador de San Nicolás, situada en pleno Albaycín granadino: “El flamenco quita todas las penas. Si estás triste, grita de pena y canta una seguiriya, si estás alegre pégate una pataíta por bulerías”. Cuánta razón tenía la gitana, pues el flamenco no es solo dolor pero siempre es emoción. Esto bien lo expresa esta copla de Liviana.
LIVIANA
«El querer que se oculta
bajo el silencio
hace mayor estrago
dentro del cuerpo,
porque sus llamas
como no hayan salíoqueman el alma».
Estas noches tendremos a Miguel de Tena, última Lámpara Minera de La Unión y el cantaor que en la actualidad mejor recoge la herencia flamenca de Manuel Vallejo. Estarán en Sucina, también, cuatro jóvenes valores que representan el cante joven de Andalucía y Extremadura: Anabel Castillo, Marga de Jerez, Juan Pinilla y La Ratita. Voces distintas entre ellas, pero coinciden en su personalidad cantaora y en su entrega en el escenario. La almeriense Rocío Segura nos devolverá los gratos recuerdos de aquella final en La Unión que ganó en el año 2000 y que años después viene a revalidar. Los cantaores de la tierra están representados por El Potro y Paquito Sánchez. Sebastián Salas, El Potro, es un cantaor de mar y de sierra, pues no en vano nació en la pedanía unionense de Portman. Su voz dulce y su timbre marchenero gustan a un público variado que siempre le pide que interprete los cantes de nuestra tierra, que él expresa con gran conocimiento. Hoy día es el único cantaor unionense en activo.
Paquito Sánchez ha sido la gran sorpresa del flamenco murciano esta temporada. Está actuando en todas las peñas y clubes de la Región. Dotado de un compás delirante, domina el escenario como pocos cantaores a su edad, con gracia y talento.
Daniel Valera es un bailaor dotado de facultades tanto para la danza clásica como para el flamenco. Se hace acompañar de un cuadro lleno de talento y juventud donde destaca la también bailaora murciana Ana Belén Ruiz.
Desde las cuevas del Sacromonte granadino nos llegan los ecos del taconeo más puro, el que desciende de la mítica bailaora La Gallina, encarnada en su nieta Jara Heredia, y el de la saga de los Maya, donde Iván Vargas es uno de sus más jóvenes vástagos. Baile profundo, de movimientos rotundos, de sombras chinescas, de pasión incontrolable, de frenesí en las tablas… ese que se queda en nuestra retina para siempre.
De entre todos los actos previstos, de entre todos los artistas que nos visitarán, yo solo quiero quedarme con una imagen válida: la de cualquier joven que se haya acercado hasta Sucina para escuchar, ver y sentir el flamenco. Si está atento, sus sentidos despertarán y, aunque quizá la huella no le marque la primera vez, ya habremos dejado el poso en él que necesita para amar este arte, que solo puede tener una finalidad en su existencia: la de hacer felices a las personas.
Por favor, no llores, mare,
porque quiero ser minero;
minerico fue mi pare
que lo heredó de mi abuelo
y yo lo llevo en la sangre.
DISFRUTEN DEL ESPECTÁCULO
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